Nicolás Serrano, PhD
Durante estas semanas tuvo lugar el primer Ciclo de Estudio NEBA, cuya temática giró alrededor de las concepciones neuroéticas de identidad personal y el impacto de las neurotecnologías emergentes. En un contexto de profundos avances en las neurociencias, el vertiginoso desarrollo de neurotecnologías para usos diversos (desde médicos hasta bélicos, educacionales y de esparcimiento, entre otros) nos obliga a repensar como tales desarrollos impactan (si es que lo hacen) sobre nuestra comprensión de quienes, y qué, somos. Es decir, sobre cómo entendemos nuestra identidad personal y cómo nuestra identidad podría modificarse (o no) a la luz de las nuevas neurotecnologías. Más aún, este panorama y las herramientas teóricas necesarias para abordarlo se manifiestan como indiscutiblemente interdisciplinarias. Este aspecto, típico de las investigaciones neuroéticas, se vio también reflejado en la trayectoria de los y las asistentes al Ciclo, quienes provenían de áreas tan diversas como la filosofía, la neurología, el derecho, la docencia, entre otras. En lo que sigue quisiese hacer un breve balance de los resultados, compartiendo dos de las muchas reflexiones que surgieron a lo largo del Ciclo.
Uno de los primeros ejes temáticos de nuestras sesiones fue la pregunta “¿en qué consiste el debate acerca de la identidad personal en neuroética?” Al momento de abordar la bibliografía especializada sobre el tema, es difícil evitar la sospecha de que cierta ambigüedad retórica atenta contra la correcta comprensión del plano conceptual en el que se manejan las diversas posiciones. A saber: pareciese que se podría entender la pregunta por la identidad personal en, al menos, dos sentidos. En el primero, que denominaré, metafísica, la pregunta consiste en dar una caracterización acerca de cuál es la naturaleza ontológica de la personeidad. Una teoría metafísica de la identidad personal debería dar una caracterización precisa de cuáles son las propiedades esenciales de la personeidad, junto con criterios claros de identidad para cada uno de los particulares (i.e. personas) que caen bajo tal universal. Idealmente, una buena teoría metafísica de la identidad personal debería ofrecer respuestas fundadas y satisfactorias para el tipo de escenarios reales y/o imaginarios que suelen usarse para tensar nuestras intuiciones pre-teóricas acerca de la identidad. Por ejemplo, ¿puede un genio maligno hacer que dos personas cambien sus cuerpos y sigan siendo, respectivamente, la misma persona? ¿continúa siendo la misma persona alguien que ha perdido toda memoria, todo rasgo de carácter y todo rasgo psicológico que alguna vez tuviese? ¿cuántas personas habitan el cuerpo de un paciente con síndrome de identidad disociada?, entre tantos otros.
Desde una segunda perspectiva, que denominaré epistémica, la pregunta no apunta tanto a una especificación metafísica sino psicológica y/o pragmática de la identidad personal. De este modo, las teorías epistémicas no buscan develar la naturaleza de la personeidad, sino clarificar el modo en que solemos entender y utilizar la noción de persona. En vez de preguntar “¿qué son las personas?”, su pregunta de cabecera suele ser “¿qué entendemos por persona?”. Por ejemplo, la tradición narrativa de autoras como Baylis (2011, 2013), Schechtman (2010), Mackenzie & Walker (2015), Goering (2017), entre otrxs, suele apelar a criterios intersubjetivos de aceptación y negociación para determinar qué “narrativas” consiguen constituir identidades personales. Crucialmente, la naturaleza consensual de tales criterios puede (y suele) llevar a escenarios donde la “narrativa preferida” del sujeto no resulta aceptada por su entorno, impidiendo que se transforme en su narrativa identitaria. El caso del demente convencido de ser Napoleón es un ejemplo habitual, aunque los casos de alienación y discriminación (y su potencialidad para pensar fenómenos societales contemporáneos) captaron con mayor fuerza los variopintos intereses de los y las asistentes al Ciclo.
Como se notará por el párrafo anterior, el uso de nociones eminentemente metafísicas (como las de “constitución” e “identidad”) puede llevar a la mencionada confusión entre planos conceptuales de análisis. Esto hace necesaria explicitar la distinción entre perspectivas metafísicas y epistémicas acerca de la identidad personal. Por ejemplo, ¿está la identidad personal metafísicamente constituida por una narrativa? ¿O entendemos nuestras identidades a la luz de narrativas dialécticamente negociadas con nuestro contexto? Pues bien, uno de los primeros logros del Ciclo fue determinar que, si bien la distinción parece desdibujarse y hasta confundirse en algunos textos contemporáneos, esta había sido implícitamente reconocida en los orígenes de la discusión (ver Schechtman 1990). En particular, consideramos que las concepciones narrativas de identidad personal resultan mejor entendidas como concepciones epistémicas y no como una caracterización de la naturaleza metafísica de la personeidad. Esto implica que tales posiciones enfrentan el arduo trabajo de conseguir un frágil balance entre una tarea descriptiva y una revisionista. Por un lado, una tarea descriptiva que respete nuestras intuiciones pre-teóricas. Por otro, una tarea revisionista que permita desarrollar la comprensión teórica más allá de tales intuiciones, para aplicar tales nociones a casos novedosos de un modo consistente. En esta línea, los efectos que neurotecnologías emergentes como los dispositivos cerebrales de estimulación profunda (DBS) pueden tener sobre nuestra autocomprensión, sensación de agencia y narrativa personal presentan interesantes desafíos para sostener el balance descriptivo/revisionista de las concepciones narrativas. La apelación a elementos relacionales, vinculados al rol activo del contexto (tanto institucional, como cultural e interpersonal) para la constitución de narrativas identitarias, ofrece herramientas novedosas e interesantes para abordar los casos típicos de la literatura naciente.
En segundo lugar, considero que fue todo un hito del Ciclo evidenciar que tales herramientas teóricas no limitan su utilidad al análisis hipotético y/o conceptual de ciertos casos en contextos académicos. La mencionada naturaleza interdisciplinaria de los y las asistentes llevó a que algunos de ellos buscaran aplicar los resultados de sus lecturas y reflexiones a su práctica profesional cotidiana. En particular, las propuestas narrativistas de Schechtman (2010) y Baylis (2013) acerca de cómo abordar los efectos secundarios del DBS impactaron a H.P., un neurólogo que (entre otras cosas) trabaja con pacientes con Parkinson. Como parte de su práctica cotidiana, H.P. debe enfrentar la compleja tarea de informar a potenciales receptores de DBS sobre el perfil de riesgos y beneficios del tratamiento, así como acompañar el desarrollo del paciente si acepta recibir tal intervención. Contar con H.P. en el ciclo dió un muy necesario aire de realidad a los debates, iluminando los pormenores y habitualidades concretos de los problemas que abordábamos con la típica (y muchas veces perjudicial) distancia del análisis conceptual. Pero, conversamente, H.P. también destacó como tales análisis le habían permitido comprender y encarar problemáticas habituales de su práctica clínica desde una nueva perspectiva. Si se me permite admitirlo, la sesión en que H.P. comenzó destacando como “ya había aplicado” las recomendaciones de Baylis y Schechtman durante una consulta fue una de mis mayores satisfacciones durante el Ciclo.
Esta sinergia interdisciplinaria entre el análisis teórico y la práctica concreta en diferentes áreas resulta una de las características más potentes de la neuroética. Es mi esperanza que el Ciclo de Estudio sobre Identidad Personal y Neurotecnologías haya conseguido vehiculizar satisfactoriamente tal apuesta. Y que, al hacerlo, haya conseguido ejemplificar el compromiso de NEBA con la investigación en (y la divulgación de) los aportes que esta área tiene para ofrecer la comunidad.
Referencias:
Baylis, Françoise. (2011). The self in situ: A relational account of personal identity. Being Relational: Reflections on Relational Theory and Health Law. 109-131.
Baylis Françoise (2013). "I Am Who I Am": On the Perceived Threats to Personal Identity from Deep Brain Stimulation. Neuroethics. 2013;6(3):513-526.
Mackenzie, Catriona & Walker, Mary (2015). Neurotechnologies, personal identity and the ethics of authenticity. En Springer Handbook of Neuroethics. Dordrecht: Springer. pp. 373-92.
Schechtman, Marya (1990). Personhood and personal identity. Journal of Philosophy 87 (2):71-92.
Schechtman, Marya (2011). The narrative self. En Shaun Gallagher (ed.), The Oxford Handbook of the Self. Oxford University Press.
Goering, Sara & Klein, Eran & Dougherty, Darin & Widge, Alik. (2017). Staying in the Loop: Relational Agency and Identity in Next-Generation DBS for Psychiatry. AJOB Neuroscience. 8. 59-70.
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